En Despertar Personal

Durante años me enorgullecí de ser la mujer que podía con todo: la que no lloraba, la que sostenía a todos, la que no se permitía fallar. Pero llegó un punto en el que ser fuerte dejó de ser admirable y empezó a doler. Sentí que estaba perdiéndome.
Este artículo es una invitación a cuestionar ese mandato de fortaleza y abrirte a una verdad más amorosa: puedes ser sensible, puedes pedir ayuda, puedes volver a ti.
Lee cómo soltar la carga sin soltar tu poder.

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